Era un día apacible, cielo azul sin nubes y algo de calor, pero una temperatura agradable. Decidí bajar de mi compañera Petra, mi bicicleta. Me gustaba caminar a su lado mientras disfrutaba de los paisajes como el que acababa de encontrar. Había llegado, sin quererlo, a un bosque que no parecía acabar en lo que mi vista alcanzaba a ver. Árboles centenarios, floridas hierbas, y un río a lo lejos al que me dirigí para refrescarme un poco. Momentos como esos hacían pensar, sin duda alguna, que mi salida de Santiago tenía más sentido que nunca, una libertad como aquella, es única y la pensaba disfrutar al máximo.
Decidí reposar unos minutos debajo de uno de aquellos frondosos árboles.
- Querida petra, si hemos llegado hasta este lugar tan hermoso, ¡cuánto más nos queda por ver! – dije mirando al cielo y apoyando mi espalda en aquel tronco tan enorme.
De repente, escuché un ruido que hizo incorporarme.
- ¿Hay alguien ahí? – pregunté en voz alta.
No obtuve respuesta. Me dirigí hacia unos matorrales donde visualicé algo de movimiento. Miré hacia el lugar donde había dejado mi “campamento”, y me dije a mi mismo que no pasaría nada si me adentraba un poco más en el bosque. Caminé hacia su interior, encontrando algo de dificultad debido a la cantidad de foresta que había, pero me divertía tanto la sensación de inquietud y aventura que sentía, que seguí adelante. De nuevo escuché algo.
- ¿Hola? – dije de nuevo gritando.
Entonces pude ver como una cabecita pequeña asomaba entre algunas flores. Era una chica rubia con una cinta dorada en su pelo. Tan luminoso era su cabello, que apenas dejaba verle el rostro. Por lo que pude visualizar, sus ojos eran extraños, quizás por su tamaño, mucho más grandes que su nariz, pequeña y puntiaguda, y su boca, se me antojaba como una fresa partida en dos por tenerlos de un rojo grosella intenso. Me di cuenta que estaba paralizado. ¡No podía moverme y no sabía que hacer! En ese instante esta chica, o lo que parecía serlo, se incorporó de un salto. ¡Era altísima, al menos dos metros! Decidí quedarme quieto y esperar una reacción por su parte. Y así fue, me sonrió, entonces sentí una sensación muy extraña. Fue como si una paz me llenara el alma y el cuerpo se me relajó al instante. Le devolví la sonrisa. No podía apartar mis ojos de ella, era como si una atracción incontenible me llevara hacia donde estaba. Sin darme cuenta, estaba caminando en su dirección, no podía evitarlo, ¡quería tocarla, mirarla más de cerca! Ella continuaba sonriendo. Cuando estaba a tan sólo un metro de ella me paré y un aroma a jazmín y menta inundó mi olfato. Aspiré con fuerza cerrando los ojos y dejando que mi cuerpo se relajara aún más. Antes que pudiera abrir los ojos, sentí una gran calidez en mi cara, era su mano, me acariciaba y observándome con esos grandes ojos, torció su cabeza y me habló:
- Vienes de muy lejos. El universo te ha traído hasta aquí. Bienvenido a mi bosque. Mi nombre es, Amalae – dijo con una voz armoniosa y musical.
- Hola, Amalae – dije – Mi nombre es Canéfano. ¿Cómo sabes que vengo de un lugar lejano?
- Siempre sé de aquellos que son elegidos para visitarme – respondió.
- ¿Por qué he sido yo elegido? – le pregunté.
- Porque representas el don más preciado que un ser humano puede tener – afirmó.
- ¿Y cuál es ese don? – pregunté de nuevo.
- El saber descubrir y disfrutar de las pequeñas cosas que te da la vida – me dijo mirándome fijamente.
Sonreí. Me sonrió. Y como si de un niño pequeño se tratase alargué mi mano hacia ella buscando la suya, la tomó con dulzura y comenzamos a caminar juntos adentrándonos más en el bosque. A nuestro paso, los colores se intensificaban. Las hojas verdes se veían como esmeraldas brillando entre los rayos solares, las flores parecieran que aumentaran su tamaño y olor, como si cada una de ellas quisiera coqueta mostrarse más hermosa que ninguna, y el río, tomó un aspecto casi de ensueño, con aguas que parecían cristales en tonos verdes y azulones. Entonces me di cuenta que Amalae me estaba observando.
- ¿Ves? – dijo ella - sabes apreciar cada detalle. El color, el olor....pinceladas de un cuadro que si sólo lo observas de lejos, no podrás disfrutarlo igualmente que sí permites a todos tus sentidos captar cada esencia, porque es precisamente esa esencia la que te llevará por la senda de lo inesperado. La monotonía, es el camino de los necios.
¡¡Ella podía saber que estaba pensando, qué estaba viendo, sintiendo....!! En verdad poco me importaba. Solo quería seguir a su lado y caminar junto a ella. Cuando dejamos atrás el río, llegamos a una pared de grandes rocas. Soltó mi mano, cerro sus ojos y alargó sus brazos. Entonces ocurrió algo increíble, el suelo empezó a temblar bajo mis pies, y como si de una gran puerta se tratase, se abrió un hueco en la pared desde donde salió una luz que me cegó totalmente.
- ¡¡Sigue hacia delante!! – logré escuchar.
- ¡¡No puedo ver!! – contesté.
- Utiliza tu intuición - me respondió Amalae.
Caminé con algo de miedo, pero sabía que podía confiar en ella. Sin apenas ver lo que tenía delante de mí, puse un pie delante de otro. Sentí una brisa cálida en mi cara, entonces pensé que iba por buen camino. Unos segundos más tarde, comencé a vislumbrar algo. No sabía muy bien que era, o si mi imaginación estaba jugando conmigo....A medida que me acercaba podía ver con más nitidez. Busqué a mi alrededor a Amalae, pero no estaba. Entonces, unos metros más adelante visualicé lo que parecía una especie de mirador. Era de tal belleza que incluso me emocionó, ¿o mi emoción se debía quizás porque me era familiar? Era de mármol blanco, tenía incrustadas preciosas piedras de diferentes colores que brillaban en diferentes tonos y hermosas flores y plantas adornaban su alrededor. De repente en el centro apareció la figura de un hombre. Se encontraba de espaldas y cuando me acerqué un poco más, descubrí que estaba pintando un cuadro. Me quedé mirándole y sin saber que hacer pues no quería interrumpirle.
- Acércate – dijo una voz que me pareció conocida.
Obedecí y caminé hacia él hasta que estuve a su lado. Era un hombre cuyo rostro me resultaba familiar, aunque no sabía muy porqué ni encontraba explicación alguna a lo que estaba sintiendo.
- Hola Canéfano – dijo al parar de pintar y me miró.
- ¿Me conoces?, ah! Amalae te ha hablado de mi ¿verdad? – le pregunté.
- Ama...¿qué?. No conozco a nadie con ese nombre. Y sí, te conozco, al igual que tu a mi. Soy Suso – sonrió y continuó su pintura.
Quise volver a preguntar, pero decidí no hacerlo. Concentré mi atención en el cuadro que estaba pintando. Daba pinceladas aquí y allá y de repente me di cuenta. ¡¡Era yo, estaba en ese cuadro!!.
- Ese soy yo. ¿Porqué? ¿Cómo?.... No entiendo nada – dije mirándole con cara extrañada.
- Sí eres tú. Cuando recuerdes quien soy sabrás porque estás en mi cuadro – me contestó.
Comencé a pensar y a intentar recordar quién era aquel hombre. Sus rasgos me eran familiares, su voz, sus manos, la pintura, el color, el olor....
- Oh!! Yo...entonces...- no sabía como decirlo, ni siquiera sabía si tenía explicación.
- Así es, yo te he creado. Tú eres una parte de mí y he querido siempre mostrarte en mis cuadros.
- Entonces, en verdad, ¿no existo? – contesté confuso.
- Si, eres mi yo interno. El que me permite mirar con los ojos de un niño, soñar con una imaginación interminable y vivir la vida apreciando aún más cada detalle. He de darte las gracias – y dicho esto me guiñó un ojo.
Entonces escuché un sonido....
- ¿Qué? ¿Dónde....? – grité.
Estaba de nuevo bajo aquel enorme árbol. ¡Me había quedado dormido!. ¡Todo había sido un sueño!. Me incorporé y miré a Petra. No faltaba nada. Al contrario, algo destacaba que antes no estaba. Era una especie de rollo alargado rodeado con una cinta dorada. Lo recogí del suelo y me vino un olor a jazmín y menta, ¡qué extraño!. Procedí a ver su contenido. ¡El cuadro que pintaba en mi sueño Suso!, y ahí estaba yo...
Miré a mi alrededor y de repente me eché a reír, carcajadas de felicidad salían de mí, y gritando dije:
- ¡Gracias Amalae por mostrarme el camino! ¡Gracias a ti Suso, por haberme elegido! ¡Gracias! ¡Gracias!.
Tirándome en la hierba continué riendo disfrutando del azul del cielo, del olor de las plantas y del cálido aire de primavera que lo inundaba todo de jazmín y menta....
Decidí reposar unos minutos debajo de uno de aquellos frondosos árboles.
- Querida petra, si hemos llegado hasta este lugar tan hermoso, ¡cuánto más nos queda por ver! – dije mirando al cielo y apoyando mi espalda en aquel tronco tan enorme.
De repente, escuché un ruido que hizo incorporarme.
- ¿Hay alguien ahí? – pregunté en voz alta.
No obtuve respuesta. Me dirigí hacia unos matorrales donde visualicé algo de movimiento. Miré hacia el lugar donde había dejado mi “campamento”, y me dije a mi mismo que no pasaría nada si me adentraba un poco más en el bosque. Caminé hacia su interior, encontrando algo de dificultad debido a la cantidad de foresta que había, pero me divertía tanto la sensación de inquietud y aventura que sentía, que seguí adelante. De nuevo escuché algo.
- ¿Hola? – dije de nuevo gritando.
Entonces pude ver como una cabecita pequeña asomaba entre algunas flores. Era una chica rubia con una cinta dorada en su pelo. Tan luminoso era su cabello, que apenas dejaba verle el rostro. Por lo que pude visualizar, sus ojos eran extraños, quizás por su tamaño, mucho más grandes que su nariz, pequeña y puntiaguda, y su boca, se me antojaba como una fresa partida en dos por tenerlos de un rojo grosella intenso. Me di cuenta que estaba paralizado. ¡No podía moverme y no sabía que hacer! En ese instante esta chica, o lo que parecía serlo, se incorporó de un salto. ¡Era altísima, al menos dos metros! Decidí quedarme quieto y esperar una reacción por su parte. Y así fue, me sonrió, entonces sentí una sensación muy extraña. Fue como si una paz me llenara el alma y el cuerpo se me relajó al instante. Le devolví la sonrisa. No podía apartar mis ojos de ella, era como si una atracción incontenible me llevara hacia donde estaba. Sin darme cuenta, estaba caminando en su dirección, no podía evitarlo, ¡quería tocarla, mirarla más de cerca! Ella continuaba sonriendo. Cuando estaba a tan sólo un metro de ella me paré y un aroma a jazmín y menta inundó mi olfato. Aspiré con fuerza cerrando los ojos y dejando que mi cuerpo se relajara aún más. Antes que pudiera abrir los ojos, sentí una gran calidez en mi cara, era su mano, me acariciaba y observándome con esos grandes ojos, torció su cabeza y me habló:
- Vienes de muy lejos. El universo te ha traído hasta aquí. Bienvenido a mi bosque. Mi nombre es, Amalae – dijo con una voz armoniosa y musical.
- Hola, Amalae – dije – Mi nombre es Canéfano. ¿Cómo sabes que vengo de un lugar lejano?
- Siempre sé de aquellos que son elegidos para visitarme – respondió.
- ¿Por qué he sido yo elegido? – le pregunté.
- Porque representas el don más preciado que un ser humano puede tener – afirmó.
- ¿Y cuál es ese don? – pregunté de nuevo.
- El saber descubrir y disfrutar de las pequeñas cosas que te da la vida – me dijo mirándome fijamente.
Sonreí. Me sonrió. Y como si de un niño pequeño se tratase alargué mi mano hacia ella buscando la suya, la tomó con dulzura y comenzamos a caminar juntos adentrándonos más en el bosque. A nuestro paso, los colores se intensificaban. Las hojas verdes se veían como esmeraldas brillando entre los rayos solares, las flores parecieran que aumentaran su tamaño y olor, como si cada una de ellas quisiera coqueta mostrarse más hermosa que ninguna, y el río, tomó un aspecto casi de ensueño, con aguas que parecían cristales en tonos verdes y azulones. Entonces me di cuenta que Amalae me estaba observando.
- ¿Ves? – dijo ella - sabes apreciar cada detalle. El color, el olor....pinceladas de un cuadro que si sólo lo observas de lejos, no podrás disfrutarlo igualmente que sí permites a todos tus sentidos captar cada esencia, porque es precisamente esa esencia la que te llevará por la senda de lo inesperado. La monotonía, es el camino de los necios.
¡¡Ella podía saber que estaba pensando, qué estaba viendo, sintiendo....!! En verdad poco me importaba. Solo quería seguir a su lado y caminar junto a ella. Cuando dejamos atrás el río, llegamos a una pared de grandes rocas. Soltó mi mano, cerro sus ojos y alargó sus brazos. Entonces ocurrió algo increíble, el suelo empezó a temblar bajo mis pies, y como si de una gran puerta se tratase, se abrió un hueco en la pared desde donde salió una luz que me cegó totalmente.
- ¡¡Sigue hacia delante!! – logré escuchar.
- ¡¡No puedo ver!! – contesté.
- Utiliza tu intuición - me respondió Amalae.
Caminé con algo de miedo, pero sabía que podía confiar en ella. Sin apenas ver lo que tenía delante de mí, puse un pie delante de otro. Sentí una brisa cálida en mi cara, entonces pensé que iba por buen camino. Unos segundos más tarde, comencé a vislumbrar algo. No sabía muy bien que era, o si mi imaginación estaba jugando conmigo....A medida que me acercaba podía ver con más nitidez. Busqué a mi alrededor a Amalae, pero no estaba. Entonces, unos metros más adelante visualicé lo que parecía una especie de mirador. Era de tal belleza que incluso me emocionó, ¿o mi emoción se debía quizás porque me era familiar? Era de mármol blanco, tenía incrustadas preciosas piedras de diferentes colores que brillaban en diferentes tonos y hermosas flores y plantas adornaban su alrededor. De repente en el centro apareció la figura de un hombre. Se encontraba de espaldas y cuando me acerqué un poco más, descubrí que estaba pintando un cuadro. Me quedé mirándole y sin saber que hacer pues no quería interrumpirle.
- Acércate – dijo una voz que me pareció conocida.
Obedecí y caminé hacia él hasta que estuve a su lado. Era un hombre cuyo rostro me resultaba familiar, aunque no sabía muy porqué ni encontraba explicación alguna a lo que estaba sintiendo.
- Hola Canéfano – dijo al parar de pintar y me miró.
- ¿Me conoces?, ah! Amalae te ha hablado de mi ¿verdad? – le pregunté.
- Ama...¿qué?. No conozco a nadie con ese nombre. Y sí, te conozco, al igual que tu a mi. Soy Suso – sonrió y continuó su pintura.
Quise volver a preguntar, pero decidí no hacerlo. Concentré mi atención en el cuadro que estaba pintando. Daba pinceladas aquí y allá y de repente me di cuenta. ¡¡Era yo, estaba en ese cuadro!!.
- Ese soy yo. ¿Porqué? ¿Cómo?.... No entiendo nada – dije mirándole con cara extrañada.
- Sí eres tú. Cuando recuerdes quien soy sabrás porque estás en mi cuadro – me contestó.
Comencé a pensar y a intentar recordar quién era aquel hombre. Sus rasgos me eran familiares, su voz, sus manos, la pintura, el color, el olor....
- Oh!! Yo...entonces...- no sabía como decirlo, ni siquiera sabía si tenía explicación.
- Así es, yo te he creado. Tú eres una parte de mí y he querido siempre mostrarte en mis cuadros.
- Entonces, en verdad, ¿no existo? – contesté confuso.
- Si, eres mi yo interno. El que me permite mirar con los ojos de un niño, soñar con una imaginación interminable y vivir la vida apreciando aún más cada detalle. He de darte las gracias – y dicho esto me guiñó un ojo.
Entonces escuché un sonido....
- ¿Qué? ¿Dónde....? – grité.
Estaba de nuevo bajo aquel enorme árbol. ¡Me había quedado dormido!. ¡Todo había sido un sueño!. Me incorporé y miré a Petra. No faltaba nada. Al contrario, algo destacaba que antes no estaba. Era una especie de rollo alargado rodeado con una cinta dorada. Lo recogí del suelo y me vino un olor a jazmín y menta, ¡qué extraño!. Procedí a ver su contenido. ¡El cuadro que pintaba en mi sueño Suso!, y ahí estaba yo...
Miré a mi alrededor y de repente me eché a reír, carcajadas de felicidad salían de mí, y gritando dije:
- ¡Gracias Amalae por mostrarme el camino! ¡Gracias a ti Suso, por haberme elegido! ¡Gracias! ¡Gracias!.
Tirándome en la hierba continué riendo disfrutando del azul del cielo, del olor de las plantas y del cálido aire de primavera que lo inundaba todo de jazmín y menta....
Vídeo-art realizado por Xavier Belho
13 comentarios:
Tesoro, no tengo palabras. Me ha encantado este post!
Es fantástico
Que agradable es acostarse con un bonito cuento.
que bonito
oye quien es xavier belho?
y la cancion me ha encantado
quien es?
que cotilla estoy jaja
pero es que me ha gustado mucho
un beso
geniaaal. me encantan los cuentos con sueños-revelación, y que el protagonista hable con su bicicleta! fantástico monik, una gozada. el vídeo está bien chulo también, con esa petra viajando por todas partes!! :)
Que pedazo de post. Es un relato, pero podría servirte como esbozo para una novela. Enhorabuena. Felicidades
Me he transportado a ese bosque...precioso post
bss
Me atrapó tu relato y me encantó el video... Una lección que aprender y recordar. Una frase que retengo y me llevo prestada: "la monotonía es el camino de los necios" Saludos!!
:))) Gracias a todos por vuestros comentarios. Xavier es un chico que conocí vía internet hace poco y me propuso que le escribiera una aventura a Canéfano, un personaje de ficción que un pintor gallego, Suso Carballido, SIEMPRE incluye en sus cuadros. Quieren hacer un libro de aventuras de éste peculiar personaje...espero que incluyan mi "particular aventura"
Besos enormes para todos y me ha alegrado muchísimo que os haya gustado!! La música es de un grupo que creo que sale el nombre al final del grupo...;)
ya veras como si
porque te ha quedao genial
un beso y gracias por la informacion
De nada anitta!! Besotes!!
Entre yo tambien a visitarte y me quede sin palabras.
Me encanto tu cuento.
Seguire por aqui, me encanto tu rincon.
Un beso
Humphrey
Gracias humphrey..me encantará que vengas a visitar mi rincón siempre que quieras!!
Besos!!
¡Qué topicazo de cuento! Lo de que "todo era un sueño" ya está bastante gastado desde Lewis Carroll, ¡por favor!
Además es que cometes faltas de ortografía: queísmo, ausencia de tildes,...
Sigue dedicándote a la moda.
la música es de Narf, de su último disco Totem
Http://www.myspace.com/franpereznarf
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